sábado, 12 de diciembre de 2009

EL VERDADERO ESPÍRITU DE LA NAVIDAD


Adornos, turrones, época de regalos… Se respira en el ambiente: la Navidad, puntual a su cita, se deja caer por grandes superficies y comercios en forma de espumillón y bolas de colores. La lotería lleva meses circulando como auténtica protagonista, aunque la economía no le vaya a la zaga y lleve meses también haciendo auténticos rallies. Nunca falta el décimo que nos trae la ilusión de ser, cara al nuevo año, un poco más afortunados (económicamente hablando, claro está). Algunos balcones ya lucen célebres muñequitos que parecen competir entre sí como auténticos forzudos: Papá Noel y los Reyes Magos en una simbólica lucha titánica por ser los primeros en dejar los regalos que manda la tradición. En exceso, dulces de todo tipo comienzan a invadir nuestras mesas y los buzones empiezan a recibir las primeras tarjetas navideñas…
Desde los medios de comunicación nos alertan que la crisis también va a afectar (¿cómo no?) a la Navidad, lo que quiere decir que se prevé que nos vamos a gastar un 20 % menos que en años anteriores. Hecho que no me sorprende en absoluto, ya que hace algunos años que esta festividad se encuentra en crisis, y de las grandes. Hasta me atrevo a asegurar, sin ansias oportunistas, que hasta es posible que la crisis actual pueda ayudarnos a rescatar a la auténtica Navidad, ¿por qué no?
Inspira esta reflexión la recién estrenada película “Cuento de Navidad”, ubicada en la época victoriana y basada en la novela del excelente escritor Charles Dickens. El argumento narra la historia del rico y avaro protagonista, quien recibe la visita de tres espíritus (el de la Navidad pasada, la actual y la futura) haciéndole ver que los valores característicos propios de esta celebración están ausentes por completo en su vida, triste, solitaria y colmada de carencias afectivas, en contraste con la forma con que los pobres de aquel tiempo vivían esta conmemoración.
De algunos años para acá hemos visto cómo se ha ido despojando a la Navidad de sus principales signos de identidad (generosidad, alegría, familia, comprensión, ternura, perdón, paz, amor…) convirtiéndola en la fiesta más emblemática del consumismo. Pues sólo desde la perspectiva del consumo puede entenderse que la crisis afectará a la Navidad, o mejor dicho, a este modo de entenderla. No puedo admitir, sin expresar mi humilde protesta, este enfoque tan materialista y consumista de la fiesta más entrañable del año. Estaría bien que el Espíritu Navideño nos visitara a cada uno de nosotros y nos ayudara a comprender que él puede sacarnos de la crisis, no de la económica, pero sí de la crisis de los valores auténticos de la Navidad que con el paso de los años hemos ido perdiendo en nuestras vidas.
Al contrario de lo que se cree, no es época de rascarse el bolsillo, dar propina o ser “especialmente” solidarios. Equivocados conceptos que hemos atribuido a una fecha concreta y que deberían tenerse en cuenta durante todo el año. El necesitado no sólo lo es en Navidad o con la llegada del crudo invierno. Esta es una de las muchas confusiones en las que quisiera hacer hincapié, pues también parece que hemos asimilado las palabras “reconciliación”, “paz” o “amor” como conceptos íntimamente ligados al mes de diciembre. Las personas vivimos y nos relacionamos todo el año, no cobra mucho sentido dejar para última hora cosas de tanto valor y trascendencia. Aunque, visto por otro lado, es cierto que se trata de una época de reflexión, de dar y recibir buenos consejos, de plantearnos nuestras actitudes hacia los demás; aprovechemos pues el estar más receptivos a los cambios, pues la magia está en el ambiente y hace que estas cosas ocurran.
Es tiempo de compartir, en primer lugar, lo que somos, dándonos sin exigencias, dispuestos a recibir sin prejuicios a cuantos conviven a nuestro alrededor. Es tiempo de comunicación. Es tiempo de olvidarnos de nosotros mismos y proyectar todas nuestras energías positivas para el bien de los demás. “¡Feliz Navidad!” no debe sonar como un estribillo o lema publicitario, carente de sentimientos y ternura humana. El tono de nuestra voz, la expresión de nuestra mirada, nuestro apretón de manos, nuestro abrazo sincero… todo debe transmitir la ternura y la sinceridad de nuestro corazón. No nos convirtamos en esos muñecos parlantes que felicitan la Navidad de un modo impersonal y anónimo con palabras vacías de contenido. Los cristianos en estas fechas conmemoran que “la Palabra de Dios se hizo carne y habitó entre nosotros”. Y esa Palabra está tan llena de contenido que es totalmente eficaz: hace realidad lo que expresa.
¡Qué estupendas y maravillosas son las celebraciones portadoras y transmisoras de paz! Cómo nos atraen y reconfortan poniendo en evidencia la sinrazón de nuestras guerras, nuestros odios, nuestros rencores, nuestros miedos, nuestras preocupaciones vacías, nuestras inquietudes inútiles… Navidad es paz: con uno mismo y con los demás, con los que nos aman y con los que no, con todos y con todo. Pero, como os decía, si la paz no se encuentra ya dentro de cada uno difícilmente se podrá expresar en este momento concreto.
Navidad, del latín “Nativitas”, significa “nacimiento”, y nunca se podrá desprender a esta festividad del cariz religioso que la originó. Es una nueva vida humana que llega a nuestro mundo. Es la celebración del nacimiento del hijo de Dios. Es la alegría, tierna y espontánea, de reunir en familia ese espíritu generoso y bonachón que todos llevamos dentro, el espíritu de la ilusión, de la fantasía… también llamado, en este momento, el espíritu de la Navidad.

7 comentarios:

  1. Profunda reflexión, Rosa, sobre todo en una sociedad donde impera el consumismo, se pierden valores y se invierte el sentido de las cosas... como bien narras.
    A ver si recuperamos entre todos el "verdadero espíritu de la Navidad".
    Un cordial abrazo.

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  2. Linda reflexión Rosa.
    La comparto amiga.
    La navidad, es y tiene que ser, mucho más que ese consumismo en el que algunos, la han querido convertir.
    Besos y linda semana
    Gizz

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  3. Que bonita reflexion de esta fantastica estación del año que nos recuerda nuestra humanidad, gracias por luchar contra la comercialización de esta epoca del año y recordarnos los valores humanos que nos dan el sentido de vivir, perdonar y amar.

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  4. El Espíritu de la Navidad está haciendo justicia conmigo enviándome vuestros comentarios en forma de animado aliento para reafirmarme aún más en las reflexiones que recojo en esta entrada... Pues eso, que muchas gracias a todos y FELIZ NAVIDAD =)

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  5. Es tiempo de reflexión, de quitar todo aquello que nos impide ser mejores. Sólo podremos hacerlo si nos paramos un momento a meditar lo que sucedió en Belén, hace 2009 años. Comprobar si ese acontecimiento sigue vivo cada año en nuestra alma, y si lo hemos entendido, sólo así podremos entender lo que es Navidad. Un beso

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  6. Hola Rosa, aquí te dejo esta frase de la que desconozco el autor: "Cuando el AMOR, las PAZ y la JUSTICIA estén en todos nosotros será siempre NAVIDAD".

    Desde el año pasado que no participo en esta orgía consumista en que se han convertido las fiestas navideñas. Hay millones de personas que no pueden vivir ni un sólo día del año con unos mínimos de dignidad, mis pensamientos estarán con ELLOS... Para mí, hoy es Navidad.
    Habría que ver lo que se podría hacer con todo el despilfarro que habrá en estos días...
    Saludos cordiales,

    PAZ Y AMOR para todos, sobre todo para ELLOS...

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  7. Estimada Rosa, gracias por tus buenos deseos en la nueva etapa emprendida. En cuanto a tu reflexión me ha gustado mucho. A esta altura de diciembre me pregunto si existe una conciencia clara acerca de lo que se festeja en Navidad. Y subrayo Navidad porque podrás notar que en la publicidad comercial que se hace por este tiempo del año se suele hablar de las fiestas, englobando no se sabe muy bien qué. Incluso muchas tarjetas hablan de Felices Fiestas, omitiendo toda referencia a la Navidad.

    Por eso, en estos días hay que referirse expresamente a la Navidad. Nosotros, los cristianos, no podemos renunciar a esto. Saludos!

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